Senator Cornyn

Una Historia Escrita en las Estrellas (Solitarias)

February 11, 2025

La historia del legado de Texas en la carrera espacial de los años 60-70 está llena de historias, y empezó con mucho trabajo duro por parte del Estado de la Estrella Solitaria para llevar a los astronautas estadounidenses a las estrellas.

En 1961, Houston fue elegida para albergar lo que originalmente se estableció como el Centro de Naves Espaciales Tripuladas de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA). Posteriormente, el 17 de febrero de 1973, pasó a llamarse Centro Espacial Lyndon B. Johnson, en honor al ex presidente de Texas.

El Centro Espacial Johnson se convirtió en el líder de la innovación, la exploración espacial humana y los descubrimientos científicos durante estas dos décadas en las que desempeñó un papel decisivo en la supervisión de algunas de las expediciones más históricas de la NASA, incluidas las misiones Gemini y Apolo.

Entonces, ¿el legado del programa espacial de Texas estuvo siempre escrito en las estrellas?

Durante el apogeo de la carrera espacial en la década de 1960, Texas fue el actor principal en llevar las ambiciones espaciales de Estados Unidos a cotas astronómicas. Los venerados Siete de Mercurio fueron la clase inaugural de astronautas del país. Sus éxitos ayudaron a catapultar a Houston en el radar de la nación, ganándose finalmente la ciudad el apodo de “Ciudad Espacial”.

El Control de Misión del Centro Espacial Johnson desempeñó un papel vital en algunas de las misiones más dramáticas de la historia. En 1966, los astronautas del Gemini 8 realizaron el primer aterrizaje de emergencia de una tripulación en la historia de las misiones espaciales estadounidenses, después de que una avería en un propulsor provocara un accidente casi mortal. Tras chapotear, quedaron atrapados en el agua durante tres horas. El mareo afectó tanto a los paracaidistas como a los astronautas, pero el equipo resistió y fue rescatado.

La rapidez mental y la determinación de Neil Armstrong durante aquella misión desempeñaron un papel crucial en su supervivencia, lo que llevó al piloto David Scott a bromear: “El tipo era brillante. Conocía muy bien el sistema. Encontró la solución, activó la solución, en circunstancias extremas… fue mi día de suerte volar con él”. La decisión de la tripulación, junto con el excepcional apoyo del Centro Espacial Johnson, se convirtieron en ejemplos para la nación de la resistencia y la cooperación americanas ante el peligro.

Sólo tres años después, la histórica misión Apolo 11 que culminó con el alunizaje también se orquestó desde el Centro de Control de la Misión en Houston. El icónico momento de Neil Armstrong diciendo: “Houston, aquí Base de la Tranquilidad, el Águila ha aterrizado” sobre la superficie lunar inmortalizó el papel de Texas en la victoria de la Carrera Espacial. Aunque muchos pensaban que era imposible, Estados Unidos -y en gran parte Texas- había llevado a un hombre a la Luna.

En los años siguientes, Texas ha tenido un legado de astronautas consumados, como Ed White, el primer estadounidense que caminó por el espacio; Michael Fossum, licenciado en Texas A&M que pasó más de 194 días en el espacio y realizó siete paseos espaciales; y Shannon Walker y Loral O’Hara, las dos únicas astronautas nacidas en Houston que han despegado al espacio. El Centro Espacial Johnson continúa su legado en nuestra historia espacial y alberga las instalaciones de entrenamiento de astronautas, donde los estadounidenses con aspiraciones celestiales adquieren las habilidades necesarias para unirse algún día a las filas de estos tejanos.

Durante más de medio siglo, Texas se ha convertido en sinónimo de éxito en la exploración espacial. En la actualidad, las operaciones de la NASA en Texas mantienen más de 40.000 puestos de trabajo en nuestro estado y aportan más de 9.000 millones de dólares a nuestra economía.

Aunque Texas grit definió el papel histórico de nuestro estado en la carrera espacial hace décadas, sabemos que es nuestro espíritu de innovación y descubrimiento el que pervive hoy y sigue inspirando a la próxima generación de científicos, ingenieros y astronautas para alcanzar las estrellas, tanto literal como figuradamente. El futuro es desconocido, pero seguro que Texas será un actor clave en la forja de las nuevas fronteras del mañana.